Porque el proyecto Huemul fue un fracaso, claro que
sí.
Se lo vendió a Perón un cura que decía saber de
ciencia y que le creyó a Richter, un químico que consiguió mezclarse con los
ingenieros aeronáuticos alemanes que habían diseñado el primer avión de caza a
reacción de la historia y que, al no poder refugiarse también ellos en Estados
Unidos, optaron por venir a la Argentina y diseñaron (y la Argentina construyó,
ojo, pequeño detalle) el Pulqui 1 y el Pulqui 2. Si los quieren ver, están en Tecnópolis.
Todos lo aeronáuticos saben que el Pulqui 2 es notablemente parecido a los
primeros modelos de los Mig soviéticos. Claro, la URSS también hizo su cosecha.
Pero Hitler, por suerte, no avanzó en un proyecto de
energía nuclear, y Richter se vino aquí con algunas ideas muy poco elaboradas.
Le ofreció a Perón construir un reactor nuclear de
fusión y Perón le creyó y le dio todo lo que le pidió. Los americanos, luego
los rusos, y luego varios otros países han construido bombas atómicas de
fusión, las han probado y han demostrado que funcionan. En aquel momento, años
50, se estimaba que el desarrollo de un prototipo operativo de reactor nuclear
de fusión, productor de electricidad, requeriría unos 30 años. Hoy, luego de 50
años de enormes gastos y arduo trabajo, se estima que para llegar a eso harán
falta unos 30 años y será necesario hacer un esfuerzo conjunto entre los países
más desarrollados.
Hubo en aquel momento varios de los mejores físicos
de la Argentina que hablaron con Perón y le dijeron que tenían muchas dudas
sobre la seriedad del proyecto Huemul. Perón los mandó a visitar la isla y
hablar con Richter. Cuando volvieron, el informe que le enviaron decía que
Richter, con el método que quería seguir, no iba a lograr nada.
¿Qué hizo Perón? ¿Se asustó por el escándalo, ocultó
todo?
No. Creó el Centro Atómico Bariloche y el Instituto
de Física, hoy llamado Balseiro en honor al físico que lideró el grupo de
evaluadores del proyecto Huemul y propuso instalar una escuela de física de
alto nivel en Bariloche.
Esa claridad de objetivos, esa energía audaz de Perón
fue el comienzo de lo que hoy tenemos en Bariloche. El Centro Atómico, el
Instituto Balseiro, Invap y todas sus empresas derivadas y, como brillantes
resultados no previstos, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales y un
conjunto de empresas que, aquí en Bariloche y en otros lugares, han hecho suyo
el desafío y continúan la batalla.
Seguramente Perón no previó todo esto. Pero Perón
fue un líder que olfateó el futuro y que, en un momento favorable, supo marcar
el camino.
Jorge Oscar Marticorena
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