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sábado, 17 de septiembre de 2016

"El desplume" por Luis Brunschtein


Artículo del Página de hoy:
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-309634-2016-09-17.html
copio solo algunos párrafos que me gustó resaltar.

Los subsidios y las tarifas accesibles “distorsionan”. Para el ministro de Energía, lo “natural” es pagar lo que piden las empresas y más aún, como hicieron con los fondos buitre. Lo “natural” es lo que no “distorsiona” sus finanzas, pero distorsiona y despluma el bolsillo de la gente.

Esta idea, esencialmente extravagante, de que una “sociedad racional” –que no “distorsiona”– tiene que favorecer a un sector ultraminoritario en desmedro de la gran mayoría, es una ideología. Obviamente es la ideología de ese grupo favorecido, ultraminoritario, que es el capital concentrado. Pero para lograr que se produzca esa inconmensurable transferencia de recursos a su favor, debe convencer a la gran mayoría de la sociedad que los ceda alegremente. Le tiene que meter en la cabeza que cualquier opción es “irresponsable”, “populista”, “aventurera” o que es indefectiblemente “corrupta”. Y al mismo tiempo hacer que acepte que no se merece vacaciones, aire acondicionado, auto nuevo, ni buena educación o buena salud.

Convencer a la masa de ciudadanos para que entregue parte de su patrimonio y de sus aspiraciones es un esfuerzo cultural faraónico y sostenido. Para eso desarrollaron una red a veces pública, pero en su mayoría privada, de escuelas, colegios y universidades que forman cuadros profesionales e intelectuales con esa ideología, que luego se cementa con posgrados en universidades privadas de Estados Unidos. Ese sector minoritario financia a la gran mayoría del dispositivo mediático, cuyas grandes corporaciones forman parte de esas elites. En ese arsenal tienen a su disposición un ejército de periodistas que provienen de esas escuelas o mercenarizados, con grandes recursos materiales y de infraestructura.

El neoliberalismo exacerba al máximo la lógica capitalista y acorta el tiempo entre una crisis y otra hasta convertirla casi en una línea continua de destrucción, reconstrucción y vuelta a destruir. Con ese predominio del neoliberalismo, el mundo se degradó. Esa hegemonía produjo la crisis permanente de Europa, el terrorismo y las guerras desquiciadas en Africa y Medio Oriente, más las multitudinarias corrientes migratorias de pobres y perseguidos, o el surgimiento de un candidato primario como Donald Trump en la principal economía del mundo. Un Trump con muchas posibilidades de ganar porque como “empresario millonario” aparece como paradigma ejemplar en estas sociedades, igual que Macri.

La fuerte derechización del radicalismo y el desconcierto de los socialistas santafesinos y de un sector del “progresismo”, que se sienten más próximos a la derecha neoliberal que de cualquier opción popular, los ubica en el mismo camino sin salida que las socialdemocracias europeas. Cuando el ayudante de la vicepresidenta Gabriela Michetti insulta a la ex presidenta Cristina Kirchner, asegura que no es de derecha, que es “socialista de Alfredo Palacios”. Es una persona elemental, pero funciona como exponente de la derrota cultural que sufrió esa socialdemocracia y ese “progresismo”. Uno es lo que hace, por más que diga o crea que piensa lo contrario. El que respalda o participa en un gobierno de derecha es de derecha, por más que le guste decirse “socialista de Alfredo Palacios”. Desde la época de la Alianza, este sector fue cooptado por el discurso de la inevitabilidad del neoliberalismo y el temor a confrontar con las corporaciones.


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