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jueves, 20 de marzo de 2014

Transmutaciones



Transmutaciones

a 10 años de recuperación de la Esma

Por Natalia Buch




El verano pasado fui a la (Ex)sma.
Abrir la puerta tembló mis piernas. Creo que fue el gesto de una transgresión: entrar en ese territorio ganado a las Furias, ganado a la otredad omnívora más absoluta, acaso sólo comparable con las noches de un oscuro Tártaro.
Caminar esa ciudad y sus calles con patios sangrados de historia.
Sentarse en jardines pisoteados por las sombras.
Subir y bajar escaleras, recorrer enormes pasillos, espiar oficinas vacías, entrar puertas y verse mirada en sus ventanas.
Enormes árboles susurrando su testimonio silencioso, desde el principio de los tiempos.
Recorrí esta ciudadela con la certeza de una escritura: la vida misma es a veces una escritura.
Supe que respirar allí era ahora respirar en otra casa.

***

Hace dos meses murió en la cárcel. Se escribió así para siempre que el dictador moría con justicia en la cárcel.
Para siempre también, recorríamos hoy liberados, el sitio de lo que hubiera sido el espanto.
Mi admiración por los conquistadores cotidianos de este territorio de la muerte: sentí un deber y mi alegría contribuir en esta transmutación.

***

“Transmutaciones” es el tiempo de la inscripción, de la elaboración, de la resignificación simbólica que atraviesa los cuerpos, iluminándolos con movimientos insospechados.
Aunque lo que ocurre hoy en la (Ex)sma es más que una transformación: es la transmutación de la muerte en vida a partir de poder inscribir justicia y con ella, nuestros duelos, los de cada uno, los de todos. Es como argamasa modelada por las manos de un demiurgo, las decisiones políticas fundacionales son actos que transmutan lo imposible en otra cosa.
Como en los antiguos mitos –y esta historia tiene la dimensión mítica de las metamorfosis antiguas- del grito producimos metáfora; de lo olvidado, escritura; del rojo, el azul; de los cuerpos, crisálidas; la materia se transforma en aire que siendo ausencia se llena de sentidos; la mirada se ciega para luego volver a la luz de la polis; la violencia transmuta hacia nuevas formas elaboradas, incluso en flores, homenajes silenciosos de la vida.
Cuando pudimos escribir e incluso construir ya no fuimos los mismos y por ello, ahora, nos reencontramos desgarrados y enamorados.

Reitero, mi homenaje es para ese acto político fundacional que fue abrir las puertas de la Esma y con ello, a todos los que día a día reescriben la historia del que fuera y ya no, un siniestro lugar.











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