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Con entusiasmo informamos que la historiadora del CONICET y docente de la Universidad de Río Negro, Pilar Pérez recibió la primera mención en el Concurso de Narrativa Testimonial que organizaron la Secretaría de Derechos Humanos de Río Negro y el Fondo Editorial Rionegrino. Su trabajo propone una reflexión profunda sobre "el caso Lucas Muñoz" y sobre la función de las fuerzas de seguridad.
El entusiasmo es por la posibilidad de leer pronto su libro.
Copiamos aquí la entrevista de Adrián Moyano en El Cordillerano:
https://www.elcordillerano.com.ar/index.php/cultura/item/56350-pilar-perez-adelanto-quien-mata-a-lucas-munoz
A la historiadora Pilar Pérez, el Concurso de Narrativa Testimonial que idearon la Secretaría de Derechos Humanos de Río Negro y el Fondo Editorial Rionegrino (FER) le vino como anillo al dedo para inmiscuirse en uno de los asuntos más escabrosos del presente: para homenajear a Rodolfo Walsh la barilochense escribió “¿Quién mata a Lucas Muñoz?”. El trabajo recibió la primera mención en el certamen y debería estar impreso el 24 de marzo de 2018.
A concepto tan categórico, “necesitaba plasmarlo en algún lado y que también fuera una forma de mantener viva la memoria y el reclamo de justicia de su familia. Así que gratamente, (el libro) salió con una primera mención en el concurso, con lo cual hay una promesa de publicación. Esa era la apuesta de máxima para mantener el tema vigente”, confió Pérez. “Lo que busca es una reflexión general, se va contando el caso desde distintas perspectivas: cómo fue tratado por la prensa y por los familiares”, ejemplificó.
Su reflexión se adelanta profunda: “se retoman en la figura de Lucas las distintas identidades que se fueron construyendo: el policía, el pibe que fue denunciado como transa, el hijo del pueblo de Ramos Mexía, el abanderado de la Policía… Todas dimensiones que se fueron tomando del personaje Lucas Muñoz”. El texto también “busca hacer una reflexión sobre cómo se entiende la violencia de Estado por un lado y por otro, quiénes son aquellas personas que son autorizadas para ser consideradas víctimas, porque acá se relativizó mucho el tema de que Lucas fuera una víctima… Había un prurito porque era policía”, recordó Pérez.
Ese resquemor obedece a que “hay una desconfianza construida sobre la Policía que no permite ver en la Policía la diversidad que hay hacia adentro. Por otro parte, estamos en un momento político en el cual la Policía ha pasado claramente a ser el aparato represivo del Estado y eso nos dificulta ver quiénes son los jóvenes que ingresan a la Policía. Esa reflexión nos la debemos todos, sobre todo en Bariloche”, incitó la autora.
Sentido común hecho añicos
Recordó que “después de la masacre de 2010 vimos marchas que estaban a favor y en contra de la Policía, en las que estalló el sentido común de la ciudad, porque siempre decimos que esta ciudad es de dos caras: la gente que vive en el Alto es diferente a la que vive en los kilómetros y sin embargo, en esas marchas los que estaban a favor de la Policía era de los kilómetros y del Alto y los que estaban en contra, también. Entonces, esa construcción social ya no nos sirve para explicar lo que está pasando”, comentó.
Las futuras páginas sumarán visiones sobre el contexto “a un nivel más macro: pensar cómo se está construyendo un nuevo enemigo interno, un nuevo demonio, en este caso, los terroristas vinculados a los mapuches y por otro lado, el narcotráfico. Nuestra ciudad pasa a ser eje del narcotráfico y hoy tenemos al territorio totalmente militarizado, con todas las fuerzas de seguridad que hay en el país operando… Sin embargo, Bariloche sigue siendo considerada la ciudad más peligrosa de la Patagonia”.
Para Pérez, esa paradoja hace que “evidentemente, la inseguridad o la seguridad se midan desde la normativa política que estemos hablando. Por otro lado, el tener más efectivos evidentemente no hace a la seguridad, porque esa es la situación en la que estamos. Día a día conocemos más denuncias sobre entradas que hacen la Policía de la provincia o la Federal a joder a los pibes (en los barrios). El libro tiene la intención de reflexionar sobre la violencia de Estado que nos está abordando desde adentro de sus propias instituciones, por ejemplo, la Policía, que ha demostrado que es represiva no sólo hacia afuera sino también hacia adentro”, insistió la autora.
Incursionar en la narrativa testimonial tuvo sus bemoles para la autora. “Totalmente, es difícil. Como historiadora tengo un oficio… En mi trabajo de escribir no tengo ninguna cosa mágica literaria, todo lo contrario… Sé hacer un oficio y llevarlo adelante, pero esto me obligaba a poner por delante lo emocional, así que sí, cuesta… Esa es la riqueza del trabajo literario y me gustó mucho ponerlo en práctica”, confió la novel narradora.
“Me encantaría”, señaló Pérez cuando el cronista preguntó si seguiría en el género. “Igual, sería un trabajo extra porque para los que trabajamos escribiendo es todo un ejercicio seguir haciéndolo como hobby. Pero sí, me encantaría seguir por esta vía porque la línea académica tiene una limitación: en general nos leemos entre los académicos y sabemos que mucho de lo que estamos produciendo últimamente, está siendo demandado por la sociedad. Eso requiere de otro lenguaje y otro tipo de llegada social. Me gustaría seguir probando, aunque no prometo nada”, dijo entre risas. Mejor, así nos vuelve a tomar por sorpresa.
Culpa de la carta
Que el concurso fuera consagrado al autor de “Operación Masacre” no fue de menor importancia para Pilar Pérez. “Rodolfo Walsh tuvo esa crudeza para escribir y para decir las cosas con una simpleza y una contundencia que a todos nos ha cautivado... También me movió a participar en este concurso volver a leer o escuchar la carta del 24 de marzo del 77, que tiene una vigencia impresionante. Esa forma de cautivar que tiene la literatura de Walsh es a lo que uno quiere arrimarse, aunque obviamente estoy muy lejos de eso todavía. Ni hablar… Pero bueno, la propuesta era desafiante y estimulaba a escribir”.
La convocatoria conjunta del FER y de la Secretaría de Derechos Humanos logró lo que buscaba: “venía pensando una estructura para un texto en el que pudiera dar cuenta de toda la complejidad que abre el caso de Lucas Muñoz pero no tenía ninguna zanahoria por delante que me impulsara. Cuando me enteré del concurso y vi que las bases eran relativamente razonables, me concentré en este laburo y dediqué un tiempo, un tiempo familiar y personal para hacerlo, porque me parecía que podía ser una buena salida para ese trabajo”, admitió la historiadora.
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Nosotros ya hemos hablado varias veces en este blog del trabajo de Pilar, ver por ejemplo
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