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lunes, 27 de julio de 2015

"Miedo y Odio" por Tomás Buch




Un mirada  de nuestro compañero Tomás Buch



Miedo y Odio

Estamos en una época signada por el miedo y el odio. Se nota por todo el mundo, y también entre nosotros: lamentable, pero especialmente frente a una inminente elección de autoridades.
En muchas partes del mundo, el miedo y el odio se manifiesta como xenofobia: ante una situación mundial que se acerca peligrosamente a un abismo desconocido – económico, climático o militar, sin que estas causas sean independientes una de otra – en lugar de esfuerzos serios para encarar esta problemática, la disfrazamos, la escondemos o la ignoramos.
Curiosamente, nuestra región de ese mundo convulsionado parece ser un oasis – aunque tampoco lo es.
La economía venezolana tambalea ante la caída del precio del petróleo, y activa un viejo conflicto por los dos tercios de Guyana; Brasil está en una encrucijada encarada por la poderosa burguesía paulista con toda la saña de que es capaz, y no dejado de ser la sociedad más desigual, sin que Chile la siga muy lejos. Paraguay, después del “golpe blando” que volteó al solitario Presidente Lugo sigue masacrando a sus habitantes originarios, muchas veces en favor de terratenientes brasileños; Chile no deja salir al mar a Bolivia, ni mediante una franjita en la frontera entre Chile y Perú. El costado oeste del continente se ha atado a los EEUU a pesar del desastroso ejemplo de Méjico, arruinado por el Nafta. Brasil mira, a la vez, al Mercosur y al movimiento de los BRICS, sin saber si ambas miradas no conducen a una bizquera…
Se está tratando de finalizar la globalización total de la economía, mediante dos grandes pactos multilaterales análogos al ALCA: uno, a través del Pacífico (TTP), y otro, a través del Atlántico (TTIP) – abarcando algo así como el 60% del comercio mundial. Ya sabemos la manera en que estos tratados entre socios muy desiguales destruyen el avance a los pobres en favor de los poderosos.
Uno de los problemas mundiales más graves es la huida en masa de poblaciones de millones de seres miserables hacia lo que cree que es el país de Jauja – EEUU y Europa, donde crecen los muros y los muertos en el viaje. La xenofobia, el nazismo y el antisemitismo junta a la islamofobia crecen en Europa. El Islam se debate en una eterna guerra religiosa, donde en ambos lados, además del odio recíproco, se cultiva el odio a Occidente y una bestialidad fanática que no vemos desde nuestra Edad Media en sectores cuya peligrosidad no se debe subestimar. Los “amigos” de Occidente son estados tan totalitarios como sus enemigos.
Por doquier (tal vez algunos países de nuestra región sean la única excepción, donde aún se lucha contra él) avanza el neoliberalismo, cuya característica es la sistemática destrucción de la solidaridad y el individualismo extremo, acompañado por desigualdades sociales en rápido crecimiento. Los ricos muestran ser capaces de todo para defender sus privilegios, aunque las reglas de juego de la democracia han avanzado mucho en Latinoamérica, ante la torpeza e ineficacia de los regímenes militares. Su carácter criminal es lo de menos…
El odio que predomina en la presente campaña electoral es una parte de ese odio que destruye sistemáticamente los logros obtenidos, por ejemplo, en la Europa de los Estados Benefactores – hacia el cual tienden las medidas de nuestro gobierno. Ese odio se concentra en todas las diversas oposiciones, cuya única posición coherente y estable es la de derribar el gobierno que más ha hecho para achicar la brecha social – y aumentar el odio de clase que la acompaña. No importa que su principal componente haya dado una vuelta de campana y recurre a brujas ecuatorianas: el Gobierno debe caer, y si se puede conseguir eso mediante un buen golpe de mercado como el que derribó a Alfonsín, mucho mejor. Uno de los actuales precandidatos lo ha dicho con todas las letras: “ojalá la crisis económica derribe a este gobierno antes de llegar a su final”.
Nadie sabe bien en qué se diferencian los cambios promovidos por los que enarbolan la bandera “Cambiemos” – hacia cualquier lado, pero no hacia una mayor igualdad. No se critican los defectos de nuestro Gobierno, sino sus virtudes. Nadie critica la política extraccionista que no se ha logrado cambiar – muchas veces por aliados de provincias indispensables – y la lentitud con que avanza la industrialización; o la apuesta clara por las fuentes de energía más problemáticas, a pesar del enorme crecimiento de los sectores científicos. Nadie critica – o muy pocos – que se haya comenzado la reconstrucción del sistema ferroviario con tanto retraso. Critican – cada vez menos, porque no rinde en las encuestas – los logros del gobierno: las renacionalizaciones, las paritarias, los subsidios (nunca rechazados, pero sí, criticados por los que no los necesitan). Nadie dice una palabra sobre el hecho de que todo el país – también el gobierno – viven de espaldas al cuidado ambiental, y muy pocos son los que protestan contra la destrucción sistemática - por deforestación - de los ecosistemas irrecuperables como el Impenetrable y la selva salteña, que parecen seguir el camino del resto del Chaco y de Misiones.
Trágicamente, aún en el movimiento sindical también hay sectores que sabotean política y físicamente los esfuerzos para disminuir la brecha social y mejorar el nivel de vida de los más desprotegidos. Se los conoce: son muchos de los viejos, eternos delincuentes que encabezan el movimiento sindical; más algunos que sabotean tratando de correr al gobierno por la izquierda.
Pero lo que predomina no son propuestas sino odio. Cierta prensa monopolizada – LA prensa, y muchos de sus escribientes o parlanchines – algunos de sus exponentes más repugnantes - comparan a Cristina con Stalin o con Hitler – para que la gente olvide quiénes fueron esos tiranos y cual su modo de actuar, llevando las comparaciones al ridículo vergonzoso ante la mirada impávida de casi todos. Y para que olvidemos que esos mismos defendían calurosamente a la Dictadura Cívico-Económico-Militar. Es especialmente repugnante, porque algunos de estos escribientes de los medios, hace pocos años opinaban todo lo contrario a lo que dicen hoy. Claro que esta monopolización es una de las características dominantes de la época, en escala mundial – y especialmente la de los medios de difusión masiva.
Groucho Marx decía: “Estas son mis convicciones, pero, si no le gustan, tengo otras.”

Tommy Buch es una personalidad de nuestro pueblo.  Tiene una extensa trayectoria en el área de la Ciencia y Tecnología.  En cuanto a su biografía destaco que fue docente junto a Balseiro en los primeros años del Instituto que pronto cumple 60 años.  Que después de muchas peripecias regresó y se integró a INVAP. Actualmente es Profesor de la Universidad de Río Negro. Hace muy poco publicó su libro "Desarrollo y Ecopolítica" de cuya presentación dimos cuenta en este blog: http://cartaabiertabariloche.blogspot.com.ar/2013/12/nuevo-libro-de-tomy-buch.html.
Como decíamos allí Tommy compartió muchas de nuestras reuniones sobre todo durante el año 2011 y lo consideramos uno de los nuestros.




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