Un mirada de nuestro compañero Tomás Buch
Miedo y Odio
Estamos en una época signada por
el miedo y el odio. Se nota por todo el mundo, y también entre nosotros:
lamentable, pero especialmente frente a una inminente elección de autoridades.
En muchas partes del mundo, el
miedo y el odio se manifiesta como xenofobia: ante una situación mundial que se
acerca peligrosamente a un abismo desconocido – económico, climático o militar,
sin que estas causas sean independientes una de otra – en lugar de esfuerzos
serios para encarar esta problemática, la disfrazamos, la escondemos o la
ignoramos.
Curiosamente, nuestra región de
ese mundo convulsionado parece ser un oasis – aunque tampoco lo es.
La economía venezolana tambalea
ante la caída del precio del petróleo, y activa un viejo conflicto por los dos
tercios de Guyana; Brasil está en una encrucijada encarada por la poderosa
burguesía paulista con toda la saña de que es capaz, y no dejado de ser la
sociedad más desigual, sin que Chile la siga muy lejos. Paraguay, después del
“golpe blando” que volteó al solitario Presidente Lugo sigue masacrando a sus
habitantes originarios, muchas veces en favor de terratenientes brasileños;
Chile no deja salir al mar a Bolivia, ni mediante una franjita en la frontera
entre Chile y Perú. El costado oeste del continente se ha atado a los EEUU a
pesar del desastroso ejemplo de Méjico, arruinado por el Nafta. Brasil mira, a
la vez, al Mercosur y al movimiento de los BRICS, sin saber si ambas miradas no
conducen a una bizquera…
Se está tratando de finalizar la
globalización total de la economía, mediante dos grandes pactos multilaterales
análogos al ALCA: uno, a través del Pacífico (TTP), y otro, a través del
Atlántico (TTIP) – abarcando algo así como el 60% del comercio mundial. Ya
sabemos la manera en que estos tratados entre socios muy desiguales destruyen
el avance a los pobres en favor de los poderosos.
Uno de los problemas mundiales
más graves es la huida en masa de poblaciones de millones de seres miserables
hacia lo que cree que es el país de Jauja – EEUU y Europa, donde crecen los
muros y los muertos en el viaje. La xenofobia, el nazismo y el antisemitismo
junta a la islamofobia crecen en Europa. El Islam se debate en una eterna
guerra religiosa, donde en ambos lados, además del odio recíproco, se cultiva
el odio a Occidente y una bestialidad fanática que no vemos desde nuestra Edad
Media en sectores cuya peligrosidad no se debe subestimar. Los “amigos” de
Occidente son estados tan totalitarios como sus enemigos.
Por doquier (tal vez algunos
países de nuestra región sean la única excepción, donde aún se lucha contra él)
avanza el neoliberalismo, cuya característica es la sistemática destrucción de
la solidaridad y el individualismo extremo, acompañado por desigualdades
sociales en rápido crecimiento. Los ricos muestran ser capaces de todo para
defender sus privilegios, aunque las reglas de juego de la democracia han
avanzado mucho en Latinoamérica, ante la torpeza e ineficacia de los regímenes
militares. Su carácter criminal es lo de menos…
El odio que predomina en la presente
campaña electoral es una parte de ese odio que destruye sistemáticamente los
logros obtenidos, por ejemplo, en la Europa de los Estados Benefactores – hacia
el cual tienden las medidas de nuestro gobierno. Ese odio se concentra en todas
las diversas oposiciones, cuya única posición coherente y estable es la de
derribar el gobierno que más ha hecho para achicar la brecha social – y aumentar
el odio de clase que la acompaña. No importa que su principal componente haya
dado una vuelta de campana y recurre a brujas ecuatorianas: el Gobierno debe
caer, y si se puede conseguir eso mediante un buen golpe de mercado como el que
derribó a Alfonsín, mucho mejor. Uno de los actuales precandidatos lo ha dicho
con todas las letras: “ojalá la crisis económica derribe a este gobierno antes
de llegar a su final”.
Nadie sabe bien en qué se
diferencian los cambios promovidos por los que enarbolan la bandera “Cambiemos”
– hacia cualquier lado, pero no hacia una mayor igualdad. No se critican los
defectos de nuestro Gobierno, sino sus virtudes. Nadie critica la política
extraccionista que no se ha logrado cambiar – muchas veces por aliados de
provincias indispensables – y la lentitud con que avanza la industrialización;
o la apuesta clara por las fuentes de energía más problemáticas, a pesar del
enorme crecimiento de los sectores científicos. Nadie critica – o muy pocos –
que se haya comenzado la reconstrucción del sistema ferroviario con tanto
retraso. Critican – cada vez menos, porque no rinde en las encuestas – los logros
del gobierno: las renacionalizaciones, las paritarias, los subsidios (nunca
rechazados, pero sí, criticados por los que no los necesitan). Nadie dice una palabra sobre el hecho de que todo el país – también el gobierno – viven de espaldas al cuidado ambiental, y muy pocos son los que protestan contra la destrucción sistemática - por deforestación - de los ecosistemas irrecuperables como el Impenetrable y la selva salteña, que parecen seguir el camino del resto del Chaco y de Misiones.
Trágicamente, aún en el
movimiento sindical también hay sectores que sabotean política y físicamente los
esfuerzos para disminuir la brecha social y mejorar el nivel de vida de los más
desprotegidos. Se los conoce: son muchos de los viejos, eternos delincuentes
que encabezan el movimiento sindical; más algunos que sabotean tratando de
correr al gobierno por la izquierda.
Pero lo que predomina no son
propuestas sino odio. Cierta prensa monopolizada – LA prensa, y muchos de sus
escribientes o parlanchines – algunos de sus exponentes más repugnantes -
comparan a Cristina con Stalin o con Hitler – para que la gente olvide quiénes
fueron esos tiranos y cual su modo de actuar, llevando las comparaciones al
ridículo vergonzoso ante la mirada impávida de casi todos. Y para que olvidemos
que esos mismos defendían calurosamente a la Dictadura
Cívico-Económico-Militar. Es especialmente repugnante, porque algunos de estos
escribientes de los medios, hace pocos años opinaban todo lo contrario a lo que
dicen hoy. Claro que esta monopolización es una de las características
dominantes de la época, en escala mundial – y especialmente la de los medios de
difusión masiva.
Tommy Buch es una personalidad de nuestro pueblo. Tiene una extensa trayectoria en el área de la Ciencia y Tecnología. En cuanto a su biografía destaco que fue docente junto a Balseiro en los primeros años del Instituto que pronto cumple 60 años. Que después de muchas peripecias regresó y se integró a INVAP. Actualmente es Profesor de la Universidad de Río Negro. Hace muy poco publicó su libro "Desarrollo y Ecopolítica" de cuya presentación dimos cuenta en este blog: http://cartaabiertabariloche.blogspot.com.ar/2013/12/nuevo-libro-de-tomy-buch.html.
Como decíamos allí Tommy compartió muchas de nuestras reuniones sobre todo durante el año 2011 y lo consideramos uno de los nuestros.
Como decíamos allí Tommy compartió muchas de nuestras reuniones sobre todo durante el año 2011 y lo consideramos uno de los nuestros.
Excelente sintesis de Tomas Buch.
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