Las alas de la bicicleta y la fuerza de lo colectivo
Néstor Borri / Centro Nueva Tierra
Militante de raigambre e inserción cristiana en los barrios, de base, comunitario: se recoge de él esa cercanía y el talante cotidiano, de presencia entre los más pobres. Y, al mismo tiempo, emblema de esos días de represión y desobediencia civil, de calles y asambleas, de crisis terminal y desierto político.
Pero ángel: no mártir.
De modo que no es, en el recuerdo y la reivindicación, mera víctima. Es mártir, pero no con el acento en la muerte cruenta, sino lo que dice el sentido literal de la palabra: "testigo”. En el testigo, la sangre reclama justicia, pero el reclamo se proyecta en mensaje.
Por eso ángel: mensajero (en la bicicleta alada resuena también Mercurio, mensajero de los dioses, el de pies alados).
En este tiempo previo a la navidad, que la liturgia cristiana llama adviento -tiempo de espera, de señales y de irrupción de lo que está por venir, de lo se le anuncia al pueblo, de una experiencia nueva que le sale al encuentro- el ángel del caso es Gabriel. El mensajero de la anunciación. Anuncia que en el seno del pueblo se gesta algo decisivo. Visita mujeres jovenes, trabajadores pobres, ancianos con memoria, pastores dispersos a la intemperie, reyes temerosos y sabios forasteros, seguidores de dudosas luces .
En la tradición judía los ángeles no son sólo ni tanto seres "aparte" de dios; sino que expresan especialmente, dimensiones de la manifestación de la dignidad. Los nombres de estos ángeles expresan notas, características de estas expresiones. Gabriel, el que anuncia, es el ángel que expresa la fuerza. El nombre viene de gabar -fuerza- , El, dios. (Para los musulmanes, Gabriel es Yibril: es el que designa a Mahoma como profeta, y que baja a la tierra en "la noche del destino", la ultima noche de Ramadan)
Con estas resonancias aladas, quizás la invitación es a volar.
A ver los barrios desde arriba, a vivir lo cercano con horizonte, a reclamar para lo comunitario la plaza pública, para la solidaridad la política, para el día a día la historia.
Para aquellos días de resistencia, estos tiempos de proyecto.
Así lo queremos recordar y así queremos homenajear también, a todos los que dieron su vida en los días de diciembre de 2001, y en la larga etapa que fue del final de la dictadura a los extremos de neoliberalismo salvaje. En lo más oscuro de aquella noche mucha luchas, muchas valentías, muchos Pochos, respondieron a los anuncios con un “aquí estoy” decidido, de disposición y presencia, y al destino respondieron presencia y acción.
Todos ellos habilitaron las alas que hoy nos permiten volar, pero sobre todo atisbar rumbos y amaneceres.
Por eso es una responsabilidad levantar vuelo: poner la solidaridad en el plano más hondo y en su horizonte más exigente: el de la política.
Y estar a la altura.
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A modo de homenaje, León Gieco lanzó en 2005 una cumbia muy estilizada, llamada El ángel de la bicicleta con música del pianista Luis Gurevich.
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