Considerando la experiencia traumática que ha significado para los vecinos de Bariloche tanto los asesinatos de Bonnefoi, Carrasco y Cárdenas, como los sucesos posteriores a ellos, creemos que ha llegado el momento de publicar una primera Carta Abierta con algunas reflexiones sobre lo que consideramos ocurre en nuestra ciudad.
Tomamos este tema para nuestra intervención por la importancia que tiene de por sí, y porque ha puesto brutalmente en evidencia una situación que viene complicándose y agravándose desde hace años.
Ya han pasado casi
tres meses desde esas muertes, y aún la investigación del caso y el proceso correspondiente avanzan con mucha dificultad. No es el primer hecho de represión que termina en muerte que ocurre en nuestra localidad. Es asimismo de conocimiento público que hay más de 95 casos similares aún no esclarecidos en toda
la Provincia desde que está vigente el Estado de Derecho que, luego de tantos delitos y tragedias, hemos logrado reconquistar.
La multisectorial de organizaciones de las distintas localidades de Río Negro, hace tiempo preocupadas por estos problemas, ha reclamado con mucha energía la remoción de los funcionarios responsables de estos sucesos y modificaciones estructurales que faciliten otro estado de cosas. Las respuestas del gobierno de la provincia fueron lentas, vacilantes y contradictorias. La más notable fue la promesa de una masa significativa de fondos, que, según cómo se entienda el anuncio, podría sumar desde once hasta veintitrés millones de pesos. Se la destinaría a proyectos de diversos tipos, elegidos con criterios desconocidos para reparar falencias de muchos años. Fondos que, en buena parte, deberá conseguir la próxima administración, vistas las persistentes declaraciones anteriores sobre las dificultades económicas y financieras del la Provincia.
A la Justicia le corresponde terminar de definir los delitos cometidos, cómo y porqué tuvieron lugar, quienes fueron los responsables y qué penas les corresponden. Esta tarea deberá ser controlada por la ciudadanía tal como lo establece la ley.
Pero hay otra tarea que nos corresponde ante todo a los barilochenses: el análisis de situaciones sociales que todos conocemos, algunos en detalle, algunos en términos generales, que conforman el ambiente en el que se generan estas tragedias. Estamos hablando, por supuesto, de las marcadas y notables diferencias en las condiciones de vida que existen entre los habitantes de Bariloche, y una clara división territorial en la ubicación de quienes viven peor y de quienes viven mejor.
En el lenguaje coloquial, siempre se ha hablado del “Alto” como el lugar de la desocupación, por lo tanto de la pobreza y aún de la miseria y la marginación, con todo lo que estas condiciones traen aparejado. Es significativo que al otro lugar no lo denominemos el “Bajo”, sino el “Centro”, “Los Kilómetros” y otros tantos nombres por los que se conoce a los nuevos barrios de clases media y alta.
Todo esto es un tema interesante para estudios sociológicos, económicos y quizá hasta antropológicos. Pero pensamos que la situación no da para dedicarse solo a eso ya que se trataría de una actividad académica, y ese no es nuestro propósito.
Los problemas son urgentes, hay vidas en juego, y pensamos que esto se debe a dos causas principales.
Una es que el control de las conductas delictivas no se hace con el debido cuidado por la vida y la seguridad de los acusados de ejercerlas. Este cuidado es exigido primero por la Constitución Nacional, y luego por las leyes que definen la aplicación de los preceptos constitucionales, que establecen como principios básicos de la actuación policial la prevención y protección de la comunidad mediante intervenciones preventivas y disuasivas que salvaguarden la vida y la integridad física, y que respeten los derechos y garantías a que se refiere la legislación mencionada. Y no está demás mencionar que esta legislación no se refiere solo a las víctimas de los delitos, ya que otra de las garantías esenciales de nuestras leyes es la presunción de inocencia.
La falta de cuidado mencionada puede deberse a que quienes están directamente a cargo de ese control no saben hacerlo dentro de la ley. Pero si esto es así, queda en evidencia una incapacidad grave, o un designio político perverso, en quienes son los responsables de la dirección de las fuerzas del orden.
La segunda causa mucho más compleja está conformada por la pobreza y la miseria que siempre son peligrosas para quienes las padecen, antes de serlo para los que no las sufren. Y esto seguirá siendo así aún cuando se cumpla estrictamente con las leyes mencionadas, por motivos cuya descripción y análisis excede los límites de esta primera Carta.
La pobreza y aún más la miseria, producen enfermedad, tanto del cuerpo como del espíritu. Muchas de las enfermedades físicas que se originan en la pobreza son curables, si se las trata a tiempo y en la forma adecuada. Las otras constituyen una realidad mucho más compleja, y para encontrar sus orígenes pensamos que es necesario aceptar primero, y comprender después la existencia de una constelación de situaciones problemáticas que, con mucha frecuencia, son consideradas con mucha superficialidad.
Así, por ejemplo, la pérdida de la esperanza ante situaciones de las que no se ve posibilidades de salida.
Las neurosis y el odio son generados no solo por la represión, sino en gran medida por la exclusión, por el desinterés manifiesto del resto de la sociedad, por las innumerables promesas incumplidas o mal manejadas.
Las expresiones tan evidentes y tan frecuentes de desprecio y falta de respeto humano.
Estas, y muchas situaciones más que podrían agregarse a la lista, están en el origen de las adicciones y también de esas rebeldías a las que les sobran las causas y que carecen de los cauces de conciencia política y organización que les den eficiencia, salven vidas y permitan iniciar ciclos virtuosos de mejora de calidad de vida para todos.
Todo esto que viene dándose desde hace tanto tiempo en la población, marcada por la desigualdad, al no modificarse continuará consolidando esta cultura cada vez mas violenta y sin sentido de comunidad, que forma el trasfondo de estos sucesos.
La solución de estos problemas requiere el aporte de todos los saberes, formales y no formales, académicos y vivenciales, provenientes de todas las culturas que conviven en nuestra ciudad. Pero lo más urgente, ya que condiciona el acierto y la eficiencia de todos los proyectos que se emprendan, es la realización de una tarea a la cual, en los últimos gobiernos municipales y provinciales, se le prestó escasa o ninguna atención: la planificación de la gestión de gobierno.
Estos problemas no se resuelven por completo en un período de gobierno. Para alcanzar una solución que no sea cosmética hace falta un acuerdo que trascienda los límites de las políticas partidarias.
Hace falta una Política de Estado.
Adhieren:
Andrés Roberto, Capra Bruno, Di Blasi Marcelo, Luzzatto Marta, Manterola Celeste, Marpegan Emilio, Marticorena Jorge, Nieto Luis, Rabossi Patricia, Richter Karin.
Espacio Carta Abierta Bariloche
Blog: http://cartaabiertabariloche.blogspot.com