El Caso Goye en la Recta Final
Jorge Oscar Marticorena.
La finalización del 2012 y el comienzo del 2013 mostraron
un Bariloche extraño. Por un lado los diarios hablaban de una excelente
temporada turística y por otro todavía resonaban las noticias de los saqueos.
El año comienza con el inicio de un proceso
tendiente a la revocatoria del mandato del Intendente Goye.
El Juez Lozada dictó la prisión domiciliaria para
tres mujeres detenidas por los saqueos teniendo en cuenta que son madres de
niños pequeños que necesitan estar con ellas. Y también se apartaron autoridades y guardias del penal de Bariloche
como consecuencia del fallecimiento de un interno en la revuelta del 24 de
diciembre.
¿Observando estos hechos recientes, y recordando
muchos otros, se podría decir que Bariloche es una ciudad particularmente
conflictiva?
Sin recurrir a estudios estadísticos, nos
atrevemos a decir que no.
Los conflictos existen en todos los grupos
humanos, el tema de análisis es cómo resolverlos. En una sociedad consciente y
madura es más fácil hallarles una solución no violenta y equitativa. La vigencia
de un orden democrático permite que salgan a la superficie, se expliciten y se
trabaje en su resolución.
En este caso, transcurrido apenas un año de
gobierno el Intendente es acusado de negligencia, de ineptitud, de
irregularidades en su desempeño, y el humor de la calle, con todas sus
informalidades e irregularidades, se le muestra cada vez más adverso.
Para algunos la impresión era que había perdido
el rumbo y que no encontraba un grupo de personas capaces con las que trabajar.
Para otros era que, sencillamente, era un
incapaz. Algunos de estos, con satisfecha suficiencia, decían “sabíamos que al
final iba a pasar esto”.
¿Qué se hizo? Se recurrió a la Carta Orgánica del
Municipio, en la cual los constituyentes indican los pasos a seguir en una
situación como esta, y se utilizó por primera vez el recurso de la Revocatoria
de Mandato establecido en ella. Ante esto, algunos trataron de defenderlo
hablando de traición. No creemos que corresponda utilizar esa calificación
extrema, sobre todo por la cuidadosa aplicación de la ley que se utilizó. ¿Pero
cómo se puede calificar la frustración de quienes votaron por Goye y se vieron
defraudados en sus esperanzas?
¿Qué podemos decir,
tratando de elaborar un análisis, en lo posible objetivo, del resultado
político e institucional de este año de mandato de Goye?
Para empezar, pensamos
que no es fácil conocer a Goye. Siempre lo hemos percibido como una
personalidad aparentemente accesible, pero que en realidad mantiene en una
reserva muy estricta sus verdaderos pensamientos. Esta característica hizo que
gente que había colaborado en su campaña, y que él nombró en su gabinete, se
fuera alejando rápidamente al ver cómo el Intendente se fue aislando en una
práctica de operar con núcleos cerrados e incomunicados. Fue muy notable el hecho
que recién al final de su campaña organizó una reunión en la que anunció su
plan de gobierno, del cual nunca volvió a hablar y que nunca inició.
Ha tratado de
justificarse apelando a la crisis económica de la Municipalidad, heredada de
gobiernos anteriores. Se sabía, en términos generales, que esta situación
existía y que era muy grave. Pero en las cuentas de la Provincia existía un problema similar
que se ha ido solucionando. Goye intenta descargarse de responsabilidades acusando
a los gobiernos nacional y provincial de negarle el apoyo económico que
necesita. Aparte de la inexactitud de la explicación, pasa por alto mencionar
por qué, en todo un año, no ha conseguido encontrar un camino de solución para
ese problema, enredándose en cambio en intrincadas e inacabables declaraciones
y discusiones que solo le sirvieron para arruinar su relación con los
organismos a los cuales estaba pidiendo ayuda.
Este recurso de
responder a las críticas solo con críticas y acusaciones, no es infrecuente en
la política, pero solo tendría sentido utilizarlo en el caso de no querer
llegar a ningún acuerdo. Goye, objetivamente, necesitaba esa ayuda. Si su
proceder formaba parte de algún plan, como por ejemplo marcar una posición
política de independencia respecto a los gobiernos nacional y provincial,
cometió un error gravísimo, que lo llevó a una situación tan desesperada como
la que finalmente debió enfrentar, que dio como resultado que se cancelara su
mandato.
Cuando llega el
momento de estar en inferioridad de condiciones, lo inteligente es
negociar. Maquiavelo, en sus consejos al Príncipe, explica esto muy bien.
Y nuestro magnífico
Fontanarrosa, en su historieta sobre Inodoro Pereira, lo muestra al gaucho
preparándose a resistir el malón, y a su perro Mendieta que le aconseja:
-Negociemos, Inodoro.
Mendieta era la
sabiduría.